
Cuando estudiaba en la Escuela de Arquitectura había un libro básico para los novatos: Arte de Proyectar en Arquitectura, de Ernst Neufert. No se trataba de su metodología de proyecto, sino de su sistemática descripción de la medida de las cosas o las proporciones (dos tabicas+ una huella en un escalón=63 o 64, 44 cm como anchura de asiento…). Ernst Neufert vivió entre 1900 y 1968 y publicó la primera edición de su libro en 1936; pero en la edición de 1986 aún había menciones a fuentes como el instituto Kaiser Guillermo.
Si bien es cierto que la dimensión del ser humano medio no ha variado tanto (y esa era la base de esas dimensiones), también lo es que algunas de las soluciones constructivas o de diseño recogidas en el libro parecen hoy en día anacrónicas. Cuartos de baño mínimos en los que el suelo cuenta con un desagüe para servir en conjunto como duchas, o escaleras con peldañeados imposibles para ahorrar espacio muestran que en la Alemania de la primera mitad del siglo XX aún había un problema importante de vivienda, y que eso también existía, aunque no guste reconocerlo, en otros muchos países (lo cual hace pensar si el Neufert no podría ser un éxito de venta en los “países emergentes”, que siguen teniendo muchos de esos problemas).
La Grande Motte tiene algo de eso. Es un modelo de asentamiento turístico diametralmente opuesto al de otros emplazamientos mediterráneos, como Benidorm, basados en una amplia laxitud del planeamiento. Aquí, en el marco de un programa de saneamiento y promoción turística del entorno de las lagunas del Languedoc bajo De Gaulle, se planteó una ciudad de vacaciones con arquitecturas que destacaran por sus formas entonces futuristas. Los edificios siguen siendo llamativos (aunque no necesariamente hermosos), pero cuando uno se acerca algunas cosas se muestran extrañamente pequeñas, o superadas por las expectativas de confort. Parece casi un ejemplo de retro futurismo; no es en ese sentido tan diferente a Benidorm, donde los rascacielos de hace décadas siguen ahí, con una obsolescencia clara en muchos aspectos, pero representando pese a todo un ideal de futuro pasado, mucho más anárquico en la imagen, aunque con una estética quizás más potente aún. No se alcanzan las cotas del bajo Manhattan (el único casco histórico que conozco con amplios conjuntos de edificios de más de 100 metros), pero hay algo de eso.
Y sin embargo, La Grande Motte no es igual. La profusión de espacios libres públicos y privados, con densidades menores que en el caso de Benidorm, y la idea de comunidad cerrada por las propias condiciones físicas del emplazamiento (podría rodarse una versión de el Show de Truman a la francesa) hace que la relación con el agua y la presencia en el paisaje sean diferentes… desde un punto de vista europeo, porque hay ciertas cosas que casi podrían ser del sur de Florida….

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